La fotografía es otra de mis pasiones, podríamos
incluirla dentro de las pasiones frustradas, aunque no es este el nombre que se
merece.
Me encanta la fotografía, aunque tampoco sepa mucho, ni
sea una experta. Tengo una cámara y me gusta hacer fotos aunque no me salgan
como quiero y no sea capaz de captar lo que pretendo transmitir.
No se nace sabiendo y ese es mi mayor consuelo, poco a
poco voy aprendiendo y me gusta, por no decir que me encanta y es por eso por
lo que hoy voy a escribir sobre el FOAM.
FOAM es el museo de la fotografía de Amsterdam. Para
aquellos que hayan tenido el honor de visitar esta magnífica ciudad sabrán que
todo en ella es agua, canales que forman semicírculos concéntricos y le dan
forma al plano de la ciudad. Pues en uno de sus canales más famosos, Keizersgracht,
es donde se encuentra este museo.
La entrada creo recordar que no era barata, pero merece
la pena entrar, y pasearte por todas las salas. En la última planta hay
ventanas que dan a los jardines interiores de las casas y merece la pena
asomarse.
Todas las fotos me llamaron la atención. La verdad es que
no son muy antiguas, pero muchas me llevaron años atrás y vi de forma más clara
el mundo como era antes.
Son fotógrafos que gracias a su trabajo son capaces de
mostrarte otra forma de ver y vivir la vida. Desde la moda hasta
acontecimientos que han pasado a formar parte de la historia.
El día que fui no llevaba la
cámara encima pero no pude evitar hacer alguna foto al sitio y a alguna
fotografía que me llamó la atención. Volvería a ir con los ojos cerrados y la
próxima vez no se me olvidará la cámara.
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